SOBRE EL METEORO QUE CAYO EN PUNO
METEORITO EN PERÚ
Por: M. en C. Wilder Chicana Nuncebay
Responsable del Área de Astronomía y Ciencias del Espacio del
Planetario Luis Enrique Erro Soler del Instituto Politécnico Nacional de México.
Si el insigne Georges Cuvier[1], hubiera estado presente ayer al mediodía (sábado 15 de septiembre del 2007) en una planicie de la localidad de Carancas, Departamento de Puno, se hubiera llevado la sorpresa de su vida. Allí, y contra todo pronóstico, un cuerpo procedente del espacio cayó en nuestro país produciendo un cráter de 30 metros de diámetro por 6 m de profundidad. Este evento, como millones de ellos al día, hubiera pasado completamente desapercibido de no ser porque se produjo muy cerca de una zona habitada por al menos 500 familias.
Los meteoroides, que es como se les llama a estos objetos cuando están en el espacio, pueden chocar contra la Tierra y formar un cráter de dimensiones considerables, dependiendo de su masa y velocidad (en la física e ingeniería hablamos de la cantidad de movimiento lineal, es decir del producto de su velocidad por su masa). La velocidad promedio con la que uno de estos cuerpos golpea la Tierra es de 30 km/s. El tamaño y el tipo del cráter dependerán de las dimensiones, composición química, grado de fragmentación y del ángulo de entrada del objeto. Por supuesto, la intensidad de tales colisiones tiene que ver con el potencial de causar una extensa destrucción.
Cuando un meteoroide ingresa a la atmósfera terrestre se llama meteoro y cuando ya se encuentra en el suelo recibe el nombre de meteorito. A grandes rasgos, los meteoritos se clasifican según el material del que están compuestos en: metálicos, o sideritas, que en gran parte están compuestos de hierro y níquel; rocosos, piedras constituidas principalmente por silicatos y condritos carbonosos, y mixtos, que contienen mezclas de materiales rocosos y metálicos.
Los choques[ más frecuentes son causados por meteoritos rocosos; sin embargo, los que se exhiben en mayor número son los de tipo metálico, posiblemente porque es más probable que fragmentos visibles sobrevivan al choque y a que es fácil distinguirlos de las rocas del terreno.
Permanentemente una gran cantidad de cuerpos ingresa desde el espacio a la atmósfera terrestre; desde polvos de materia interplanetaria hasta fragmentos planetarios (como el fragmento de roca de Marte que se encontró en la Antártida y que se creyó que contenía vestigios de vida marciana primitiva), micro meteoritos y meteoritos. En algunas ocasiones logramos observar su ingreso bajo la forma de estrellas fugaces o, si se trata de muchos, como lluvia de estrellas. Si se contabilizara todo el material que a diario cae a la Tierra se obtendría un promedio de unas 100 mil toneladas de materia procedente del espacio, una cifra que no es despreciable a la escala humana; sin embargo, dado que la mayor extensión de superficie del planeta consiste en agua, y que la mayor parte de la superficie terrestre se encuentra en forma de selvas, desiertos, sabanas, tundras, etc., no es posible recuperar la gran mayoría de los objetos caídos. Es poco probable que un cuerpo de grandes dimensiones toque directamente a algún centro urbano, o población. Pero la posibilidad, por mínima que sea, existe, tal como lo demuestra el evento ocurrido en Carancas.
Hasta el momento se han adelantado diversas opiniones para explicar, tanto el evento como sus consecuencias. Para intentar encontrar una explicación razonable (toda vez que no tenemos acceso directo a los datos y a los resultados de los análisis realizados in situ) revisaremos algunas de las versiones de los testigos el evento.
“A favor de la hipótesis del origen aéreo están los testimonios de los habitantes, que oyeron un enorme estruendo y, poco después, el objeto ardía y se estrellaba. El relato podría corresponder a la caída de un artilugio aéreo o espacial”.
Inicialmente se dudó de fuera un meteorito lo que produjo un cráter en Carancas. Se dijo que podría tratarse de “chatarra satelital” que cayó sobre nuestro territorio, o del cráter generado por alguna erupción volcánica.
“Según narraron fuentes de la Dirección Territorial de Policía a los medios de comunicación, los alarmados pobladores de la zona escucharon un estruendoso ruido que parecía provenir de un avión que caía en picado.”
Esto es compatible con un cuerpo moviéndose a través del aire con velocidad supersónica[2], justamente el tipo de objeto que llegaría desde el espacio.
“Posteriormente, los testigos observaron en el cielo un objeto que se encontraba en llamas…”
La fricción de los meteoroides contra la atmósfera terrestre hace que su temperatura superficial se eleve a tal grado que se vuelven incandescentes. En este momento los llamamos meteoros. También, debido a esas grandes temperaturas, parte de ellos se vaporizan, e incluso pueden fragmentarse mediante una gran explosión. Por ello, la estela de vapor de agua condensada, así como las llamas y el humo que se producen en estas condiciones, concuerdan con el relato de los testigos.
“se estrelló en tierra y produjo una explosión que dejó trozos de materia calcinada”.
Los trozos de materia calcinada que se hallaron en los alrededores podrían ser restos de material orgánico que se encontraba en la “zona cero” y que recibieron de lleno el impacto o el calor generado por él.
El cráter producido por el impacto de tal cuerpo se llama “astroblema”. Cuando, como en este caso, se encuentran fragmentos del objeto que impactó se dice que el evento fue una “caída”, mientras que si se encuentra algún meteorito cuyo impacto no fue visto por persona alguna se dice que se trata de un “hallazgo”. Obviamente los hallazgos son mucho más frecuentes que las caídas.
“Uno de los aspectos más intrigantes es que algunas personas presentan cefaleas, vómitos y diarreas, que son síntomas propios de quienes han recibido alguna radiación. Pero ni los meteoritos ni las rocas ígneas son radiactivos”.
Se ha dicho también, que los síntomas que presentan los afectados, tales como dolores de cabeza, vómitos y diarreas, son producidos por exposición a radiaciones o a intoxicación por gases emanados por el meteorito. Es cierto que si fueran los restos de algún satélite artificial (¿militar?) podrían contener material radiactivo proveniente de la fuente de alimentación del vehículo espacial y, en tal caso, una exposición prolongada a las radiaciones (o un corto tiempo a altas intensidades) produciría mareos y vómitos, pero el IPEN[3] descartó la presencia de radiaciones en la zona.
Todo apunta a que se trató de un cuerpo compuesto básicamente por material rocoso y de tratarse de un meteorito (lo que es casi un hecho), sería candidato a “condrito carbonoso”. Esto explicaría la ausencia de restos metálicos en el lugar del impacto. Por lo general los meteoritos de este tipo provienen del cinturón de asteroides, localizado entre las órbitas de Marte y Júpiter, o también pueden ser materiales sólidos provenientes de los restos de la nube de la que nació el Sol. De ser así, su edad oscilaría entre 4,500 y 5,000 millones de años, aproximadamente las edades de la Tierra y del Sol respectivamente.
De encontrase algún fragmento o fragmentos del cuerpo principal, se le debería nombrar, siguiendo el hábito de ponerles el nombre del lugar en donde fueron encontrados, “Meteorito de Carancas” o “Meteorito Carancas”[].
"Existe la emanación de una sustancia que no podemos determinar. Puede ser Ozono o amoniaco", dijo el director de Salud de Puno, Jorge López, al afirmar que hay un peligro latente de que puedan causar mayores problemas en la salud de los habitantes”.
La inhalación de Ozono podría darse y los síntomas podrían coincidir, aunque en este caso no es una buena explicación, dado que las condiciones de formación del ozono son diferentes. Este se produce, por ejemplo, cuando hay abundantes descargas eléctricas en la atmósfera y no en las condiciones subsiguientes a una colisión, además de que se necesitarían enormes cantidades de Ozono, O3, para afectar a los observadores varias horas después del evento ya que, al ser una molécula relacionada con el oxígeno se dispersa con facilidad en la atmósfera.
Finalmente, es importante decir que es muy poco probable que los gases que afectaron a los pobladores provinieran del meteorito, ya que para hacer esto posible se requerirían de altas concentraciones que son completamente inusuales en cuerpos de esta naturaleza. Lo más probable es que tales gases estuvieran atrapados en el terreno y que las condiciones subsiguientes a la colisión los liberaran. Hay que recordar que también cuando se producen sismos, muchos gases, como por ejemplo el Radón, escapan al exterior a través de las grietas generadas por la fractura del terreno. La caída en Carancas, que produjo un cráter de las dimensiones antes mencionadas, sería un buen candidato para liberar gases por impacto.
Aquí concluye esta rápida revisión. Se han señalado algunos puntos relevantes con respecto a lo que en líneas generales sabemos de los meteoritos, y esperemos que este material pueda servir como una referencia introductoria para aquellas personas interesadas en el tema. Finalmente debo decir que todo aquel que sea testigo de la caída de un meteorito, y a pesar de los desagradables síntomas que pudieran presentarse, debe sentirse afortunado, porque muy pocas personas han tenido la suerte de admirar de cerca la impresionante caída de estos visitantes interplanetarios.
Agradecimientos: Quisiera expresar mi agradecimiento al Dr. Daniel Flores Gutiérrez, experto en meteoritos del Instituto de Astronomía de la UNAM, por la revisión del manuscrito y por sus oportunas observaciones. Por supuesto, cualquier error que pudiera contener el presente artículo es responsabilidad exclusiva del autor.
WCHN 2007
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[1] Naturalista francés, fundador de la anatomía comparada y miembro de la Academia de Ciencias de Francia, quien en el siglo XIX afirmó que "las piedras no pueden caer del Cielo porque en el Cielo no hay piedras".
[2] La velocidad del sonido en el aire es de 340 m/s ó 1,224 km/h.
[3] Instituto Peruano de Energía Nuclear.
Por: M. en C. Wilder Chicana Nuncebay
Responsable del Área de Astronomía y Ciencias del Espacio del
Planetario Luis Enrique Erro Soler del Instituto Politécnico Nacional de México.
Si el insigne Georges Cuvier[1], hubiera estado presente ayer al mediodía (sábado 15 de septiembre del 2007) en una planicie de la localidad de Carancas, Departamento de Puno, se hubiera llevado la sorpresa de su vida. Allí, y contra todo pronóstico, un cuerpo procedente del espacio cayó en nuestro país produciendo un cráter de 30 metros de diámetro por 6 m de profundidad. Este evento, como millones de ellos al día, hubiera pasado completamente desapercibido de no ser porque se produjo muy cerca de una zona habitada por al menos 500 familias.
Los meteoroides, que es como se les llama a estos objetos cuando están en el espacio, pueden chocar contra la Tierra y formar un cráter de dimensiones considerables, dependiendo de su masa y velocidad (en la física e ingeniería hablamos de la cantidad de movimiento lineal, es decir del producto de su velocidad por su masa). La velocidad promedio con la que uno de estos cuerpos golpea la Tierra es de 30 km/s. El tamaño y el tipo del cráter dependerán de las dimensiones, composición química, grado de fragmentación y del ángulo de entrada del objeto. Por supuesto, la intensidad de tales colisiones tiene que ver con el potencial de causar una extensa destrucción.
Cuando un meteoroide ingresa a la atmósfera terrestre se llama meteoro y cuando ya se encuentra en el suelo recibe el nombre de meteorito. A grandes rasgos, los meteoritos se clasifican según el material del que están compuestos en: metálicos, o sideritas, que en gran parte están compuestos de hierro y níquel; rocosos, piedras constituidas principalmente por silicatos y condritos carbonosos, y mixtos, que contienen mezclas de materiales rocosos y metálicos.
Los choques[ más frecuentes son causados por meteoritos rocosos; sin embargo, los que se exhiben en mayor número son los de tipo metálico, posiblemente porque es más probable que fragmentos visibles sobrevivan al choque y a que es fácil distinguirlos de las rocas del terreno.
Permanentemente una gran cantidad de cuerpos ingresa desde el espacio a la atmósfera terrestre; desde polvos de materia interplanetaria hasta fragmentos planetarios (como el fragmento de roca de Marte que se encontró en la Antártida y que se creyó que contenía vestigios de vida marciana primitiva), micro meteoritos y meteoritos. En algunas ocasiones logramos observar su ingreso bajo la forma de estrellas fugaces o, si se trata de muchos, como lluvia de estrellas. Si se contabilizara todo el material que a diario cae a la Tierra se obtendría un promedio de unas 100 mil toneladas de materia procedente del espacio, una cifra que no es despreciable a la escala humana; sin embargo, dado que la mayor extensión de superficie del planeta consiste en agua, y que la mayor parte de la superficie terrestre se encuentra en forma de selvas, desiertos, sabanas, tundras, etc., no es posible recuperar la gran mayoría de los objetos caídos. Es poco probable que un cuerpo de grandes dimensiones toque directamente a algún centro urbano, o población. Pero la posibilidad, por mínima que sea, existe, tal como lo demuestra el evento ocurrido en Carancas.
Hasta el momento se han adelantado diversas opiniones para explicar, tanto el evento como sus consecuencias. Para intentar encontrar una explicación razonable (toda vez que no tenemos acceso directo a los datos y a los resultados de los análisis realizados in situ) revisaremos algunas de las versiones de los testigos el evento.
“A favor de la hipótesis del origen aéreo están los testimonios de los habitantes, que oyeron un enorme estruendo y, poco después, el objeto ardía y se estrellaba. El relato podría corresponder a la caída de un artilugio aéreo o espacial”.
Inicialmente se dudó de fuera un meteorito lo que produjo un cráter en Carancas. Se dijo que podría tratarse de “chatarra satelital” que cayó sobre nuestro territorio, o del cráter generado por alguna erupción volcánica.
“Según narraron fuentes de la Dirección Territorial de Policía a los medios de comunicación, los alarmados pobladores de la zona escucharon un estruendoso ruido que parecía provenir de un avión que caía en picado.”
Esto es compatible con un cuerpo moviéndose a través del aire con velocidad supersónica[2], justamente el tipo de objeto que llegaría desde el espacio.
“Posteriormente, los testigos observaron en el cielo un objeto que se encontraba en llamas…”
La fricción de los meteoroides contra la atmósfera terrestre hace que su temperatura superficial se eleve a tal grado que se vuelven incandescentes. En este momento los llamamos meteoros. También, debido a esas grandes temperaturas, parte de ellos se vaporizan, e incluso pueden fragmentarse mediante una gran explosión. Por ello, la estela de vapor de agua condensada, así como las llamas y el humo que se producen en estas condiciones, concuerdan con el relato de los testigos.
“se estrelló en tierra y produjo una explosión que dejó trozos de materia calcinada”.
Los trozos de materia calcinada que se hallaron en los alrededores podrían ser restos de material orgánico que se encontraba en la “zona cero” y que recibieron de lleno el impacto o el calor generado por él.
El cráter producido por el impacto de tal cuerpo se llama “astroblema”. Cuando, como en este caso, se encuentran fragmentos del objeto que impactó se dice que el evento fue una “caída”, mientras que si se encuentra algún meteorito cuyo impacto no fue visto por persona alguna se dice que se trata de un “hallazgo”. Obviamente los hallazgos son mucho más frecuentes que las caídas.
“Uno de los aspectos más intrigantes es que algunas personas presentan cefaleas, vómitos y diarreas, que son síntomas propios de quienes han recibido alguna radiación. Pero ni los meteoritos ni las rocas ígneas son radiactivos”.
Se ha dicho también, que los síntomas que presentan los afectados, tales como dolores de cabeza, vómitos y diarreas, son producidos por exposición a radiaciones o a intoxicación por gases emanados por el meteorito. Es cierto que si fueran los restos de algún satélite artificial (¿militar?) podrían contener material radiactivo proveniente de la fuente de alimentación del vehículo espacial y, en tal caso, una exposición prolongada a las radiaciones (o un corto tiempo a altas intensidades) produciría mareos y vómitos, pero el IPEN[3] descartó la presencia de radiaciones en la zona.
Todo apunta a que se trató de un cuerpo compuesto básicamente por material rocoso y de tratarse de un meteorito (lo que es casi un hecho), sería candidato a “condrito carbonoso”. Esto explicaría la ausencia de restos metálicos en el lugar del impacto. Por lo general los meteoritos de este tipo provienen del cinturón de asteroides, localizado entre las órbitas de Marte y Júpiter, o también pueden ser materiales sólidos provenientes de los restos de la nube de la que nació el Sol. De ser así, su edad oscilaría entre 4,500 y 5,000 millones de años, aproximadamente las edades de la Tierra y del Sol respectivamente.
De encontrase algún fragmento o fragmentos del cuerpo principal, se le debería nombrar, siguiendo el hábito de ponerles el nombre del lugar en donde fueron encontrados, “Meteorito de Carancas” o “Meteorito Carancas”[].
"Existe la emanación de una sustancia que no podemos determinar. Puede ser Ozono o amoniaco", dijo el director de Salud de Puno, Jorge López, al afirmar que hay un peligro latente de que puedan causar mayores problemas en la salud de los habitantes”.
La inhalación de Ozono podría darse y los síntomas podrían coincidir, aunque en este caso no es una buena explicación, dado que las condiciones de formación del ozono son diferentes. Este se produce, por ejemplo, cuando hay abundantes descargas eléctricas en la atmósfera y no en las condiciones subsiguientes a una colisión, además de que se necesitarían enormes cantidades de Ozono, O3, para afectar a los observadores varias horas después del evento ya que, al ser una molécula relacionada con el oxígeno se dispersa con facilidad en la atmósfera.
Finalmente, es importante decir que es muy poco probable que los gases que afectaron a los pobladores provinieran del meteorito, ya que para hacer esto posible se requerirían de altas concentraciones que son completamente inusuales en cuerpos de esta naturaleza. Lo más probable es que tales gases estuvieran atrapados en el terreno y que las condiciones subsiguientes a la colisión los liberaran. Hay que recordar que también cuando se producen sismos, muchos gases, como por ejemplo el Radón, escapan al exterior a través de las grietas generadas por la fractura del terreno. La caída en Carancas, que produjo un cráter de las dimensiones antes mencionadas, sería un buen candidato para liberar gases por impacto.
Aquí concluye esta rápida revisión. Se han señalado algunos puntos relevantes con respecto a lo que en líneas generales sabemos de los meteoritos, y esperemos que este material pueda servir como una referencia introductoria para aquellas personas interesadas en el tema. Finalmente debo decir que todo aquel que sea testigo de la caída de un meteorito, y a pesar de los desagradables síntomas que pudieran presentarse, debe sentirse afortunado, porque muy pocas personas han tenido la suerte de admirar de cerca la impresionante caída de estos visitantes interplanetarios.
Agradecimientos: Quisiera expresar mi agradecimiento al Dr. Daniel Flores Gutiérrez, experto en meteoritos del Instituto de Astronomía de la UNAM, por la revisión del manuscrito y por sus oportunas observaciones. Por supuesto, cualquier error que pudiera contener el presente artículo es responsabilidad exclusiva del autor.
WCHN 2007
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[1] Naturalista francés, fundador de la anatomía comparada y miembro de la Academia de Ciencias de Francia, quien en el siglo XIX afirmó que "las piedras no pueden caer del Cielo porque en el Cielo no hay piedras".
[2] La velocidad del sonido en el aire es de 340 m/s ó 1,224 km/h.
[3] Instituto Peruano de Energía Nuclear.